Cuando tenía 17 años, en la mesa del terapeuta con mis padres, les dije que era gay; tenía miedo de que no me aceptaran, la reacción de mi madre fue que estaba preocupada «Qué clase de vida puede tener un hombre sin una esposa e hijos, la familia lo es todo». Era joven a principios de los 90 y me preocupaba más si sobreviviría a la pandemia del SIDA (¡recuerda la pandemia del SIDA!). 

Pero con el paso de los años, el hecho de ser padre se convirtió en un tema para mí. Vi a todos mis amigos heterosexuales formar familias y experimenté a través de ellos la maravilla de traer una vida al mundo. No es una mirada a la infancia de alguien, ni una hermosa amistad en la que crecéis juntos, sino la crianza: el viaje en el que tomas a un pequeño ser humano de la mano y caminas con el/la por el camino hacia  la edad adulta, descubriendo la comida, la vida, la felicidad e incluso las cosas no tan buenas que ofrece este mundo. La aventura de estar vivo.

Sin embargo, decidir ser padre a los cuarenta años siendo  queer,   no es una decisión fácil ni natural. Por supuesto, estaba pensando en la población del planeta: necesitamos más árboles, no más humanos. Pero algunos pensamientos lógicos no van de la mano de los deseos y anhelos.

Tenía claro que quería hacerlo con una amitad y no con pareja. El modelo de amor, pasión y paternidad nunca me pareció una buena combinación. Una criatura necesita unos criantes que sean amigos cariñosos y que puedan trabajar juntos por su bien, no una relación romantica amorosa. Bueno, esa es mi opinión, reconociendo que todos los modelos pueden resultar un éxito o un desastre, ya que hay muchos factores a tener en cuenta. 

Sin embargo, ésta fue mi primera decisión. 

Durante los últimos casi 20 años de mi vida he vivido en colectivos y he decidido construir comunidades queer allá donde voy; en parte fue para mostrar a mi madre que las familias no son necesariamente una madre, un padre y niños. Y también porque la frase «hace falta un pueblo para criar a un niño» tenía mucho sentido para mí. No sólo tener dos modelos adultos, sino crear muchos tipos de relaciones diferentes con esta nueva persona, y también no tener las responsabilidades que recaen en sólo dos personas. Eso no significa que los criantes reales no estén plenamente comprometidos y tomen las decisiones que dan solidez al bebe. 

Aquí otra decisión: una criatura que vive en una comunidad.

Foto de Yousef Iskandar, Instagram: @yousefiskandar

Y la tercera decisión fue reconocer mis debilidades y el mundo tal y como es (créeme, esta es la parte más difícil para mí), según mi experiencia, vivir en una comunidad es agradable, pero en este mundo posmoderno la gente se mueve y las relaciones se mueven más rápido de lo que crees. Esto no es un punto en contra de las comunidades. Es un punto a favor: todo cambia y las comunidades también. Al mismo tiempo, un niño necesita una base sólida y referencias claras. Sin duda, soy Libra y tomar decisiones y organizarme es un reto vital, no estoy preparado para coordinar la crianza con más de 2 personas. Tantas decisiones, tantas emociones….

Tercera decisión: sólo dos co-criantes. 

Dos personas queer que viven en una comunidad y crían a una criatura juntos. Esta es una hermosa visión: ¡la vida, como ya sabeis,  nunca es perfecta! 

Entonces, conoce a Gracia: orgullosa lesbiana, gran amiga y con la misma visión de la crianza que yo. ¡Lo hemos conseguido!

No fue fácil, me llevó años, también porque tuve problemas de fertilidad, pero aquí estamos con el bebe más bonit@, dulce y sabi@ de todo el mundo: ¡¡¡Itai!!!

¿Y cómo es la vida, te preguntarás? ¡Un caos!

Ambos tenemos parejas que intentan averiguar su papel en esta familia, un novio que ve cómo mi libido se dirige a limpiar el último vómito de mi bebé y a inventar una canción completamente nueva para conseguir que se duerma durante unos 15 minutos, una comunidad que realmente quiere a Itai pero que también quiere dormir 7 horas durante la noche, una crisis financiera – cómo demonios se supone que voy a organizar un taller de tantra cuando estoy lejos de esta criatura perfecta es desgarrador y al mismo tiempo siento tanto amor, pero realmente tanto amor, he dicho una cantidad insana de este amor. ¡¡¡Intenso!!!

Cuando Thomas me pidió que escribiera algo sobre esta nueva vida, me mostré escéptica: ¿qué tiene esto que ver con GayLoveSpirit? 

Bueno…

Hemos trabajado mucho en la formación de GayLoveSpirit sobre nuestros padres y ahora estoy decidida a valorar lo que he recibido y a complementar lo que no he recibido.

A diferencia de la maternidad, necesitamos reinventar la paternidad y lo que he estado leyendo es tan heteronormativo y binario (por cierto, si conoces un buen libro, házmelo saber): qué necesitará una criatura de su co criante para sentirse libre con su sexualidad, con su cuerpo, un modelo de padre que esté presente, que muestre emoción, todas los emociones.

Llevo muchos años acompañando a los hombres en su viaje sexual, y esto me permite entender que la libido no es sólo sexo, no tengo que ser preparado para el proximo sexo todo el tiempo. En ciertos momentos dirigimos toda esta energía de creación hacia otras cosas. No hay motivo de alarma ni necesidad de buscar soluciones rápidas. Aceptar mi sexualidad en todos sus matices.

Al principio me costaba traer la identidad de los dos espíritus de la Primera Nación Americana a Europa, pero mi viaje con los increíbles Wolf y Thorsten me ha permitido aceptar mi maternidad. Puedo sentirme segura al decir «quería estar embarazada», «me gustaría amamantar a este bebé» (si no fuera tan peludo…). Abrazar mi feminidad me ha permitido aceptar mi maternidad y no sólo mi paternidad. No quiero ser un padre normal sólo gay, quiero abrazar lo que soy: un padre, una madre, un cuidador- un co criante.

Todo cambia de un día para otro, no sé nada y probablemente cambie de opinión sobre algunas cosas, pero Itai está aquí y no hay plan B ni puerta de salida.

Si quieres, puedo escribir de vez en cuando sobre la co crianza queer  y los dos espíritus. No tengo ni idea de lo que aprenderé a continuación tampoco….